viernes, 18 de diciembre de 2015

Fonética para un mudo

El color de la locura
o el tono de la arrogancia.
Y el de la introspección,
que también tiene un color.
Y el del frío, que se le parece.
Gestos cargados de gestos,
y cada cual atiende su juego.
De vez en cuando un mudo habla,
y celebra el sepelio de la ignorancia.
Si atentos están los sentidos
de aquel que se atiene a leerlo,
no habrá ningún sonido, no hará falta.
Voz al que no dice, no reclamo,
ni concedo afonía al que no habla.
Un color, una acción, un desvelo
hablará por él, como él, para mí.
Colores cálidos de una voz que se alza,
con las palabras que anhelo escuchar.

Leído en las aperturas de los programas 257, 295 y 584

sábado, 21 de noviembre de 2015

Me gusta el poeta

Me gusta el poeta que me lee en sus palabras.
No el que me enrostra una ceguera en sílabas,
intenta encantarme con malabares decimónicos,
o revela mi fragilidad a modo de un manjar deseado
en el festín de los caníbales que me acechan.

Me gusta el poeta que me revela como un igual.
Aquel con las mismas pasiones, con los mismos deseos,
con similar desazón contradictoriamente esperanzada,
típico ardid que disimula su inteligencia porque me espera,
y me engaña con un horizonte cuando solo hay muros.

Me gusta el poeta que se sabe diferente.
Pero no él, sino el don con el que me desviste y vuelve a vestir.
Aquel que me mira con los pies sobre la tierra que piso
y con las palabras sobre la misma lengua que hablo
y las venas abiertas sobre la misma carne que habito.

Leído en las aperturas de los programas 253 y 546.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Cielo e infierno

"Del barrio La Mondiola sos el más rana
y te llaman Garufa por lo bacán; 
tenés más pretensiones que bataclana 
que hubiera hecho suceso con un gotán."

En aquellos lejanos años del tango Garufa la bataclana era una mujer de vida disipada -ustedes me entienden- sólo comparable a las coristas de la compañía teatral parisina Bataclan, de paso por la pacata Buenos Aires de 1922.

Justamente ayer El Bataclan volvió a hacer suceso pero esta vez no con un gotán sino con una banda de rock, y en unas primeras planas cargadas de una larguísima serie de imágenes de horror y muerte.

Cuando Doña Leonor, católica de ley, le preguntó a Borges por los rumores acerca del agnosticismo de su hijo, el autor de "El Aleph" echó mano a su lúcida ironía:

-Lo que pasa, madre, es que el infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto.

Pero creo que a veces uno se equivoca -si me permite, maestro-, y este parece ser el caso: las más de las veces nos creemos unos ranas como el Garufa del tango mientras vamos creando nuestro propio infierno. Merecido, además.

Afortunadamente, también somos capaces de entender que lo contrario de la vida no es la muerte sino el olvido, y en la búsqueda de sostener la memoria revivimos. Nada tan parecido al paraíso como eso.

Leído en la apertura del programa 252

sábado, 7 de noviembre de 2015

Figuras

Un tiempo. Una palabra. Y amanece.
El largo pasillo se ilumina con un sol que minutos antes parecía negárseme en la noche larga.
Alcanzo a ver entonces el único detalle que me advierte que algo diferente sucede: por la puerta entreabierta del final se escapa un hilo de luz que delata a unas figuras que atraviesan el aire. 
Son siete u ocho, no alcanzo a contarlas pero parece ser ese el número de ellas que se dejan ver.
Y una música. 
Recién me percato de ella pero intuyo que sonaba desde hace largo rato, a juzgar por el cansancio que muestran las sombras danzantes. 
Una aguda nota de violines parece alertar sobre la inminente desazón. 
Es inevitable. 
Todo sueño debe terminar.

Leído en las aperturas de los programas 254, 512 y 562

domingo, 1 de noviembre de 2015

Poesía autopsia

Un amigo me dijo que escribir poesía es poner en palabras nuestra autopsia.

Por pura etimología, "autopsia" es "ver por uno mismo". Tal vez sólo se trata de pasar al papel lo que uno ve, y va y lo cuenta.

Pero lo que uno ve y cuenta no siempre es un cadáver: a veces es un fantasma, a veces es un sueño, a veces es... nada, sólo palabras.

O tal vez sí, y se trata la autopsia de nuestra esperanza más que de nosotros mismos. O de un viejo amor que murió lentamente. O de una estrella que dejó de iluminarnos en cuanto salió el sol. Y cosas así.

Leído en la apertura de los programas 251, 511 y 538

martes, 13 de octubre de 2015

El vago

(Escrito y leído por Alejandro Guarino. 
Publicado originalmente en Teesperojuana.blogspot.com.ar
¡Gracias, Ale!)

El vago vuelve tarde del trabajo.
Pasó por un bar y se gastó los, pocos, pesos que tenía en una ginebra.
En ese bar, todos saben que es un vago. Que agarra changas porque de todos los trabajos lo echan por vagancia.
El vago llega sigiloso a la pensión donde habita, pues sabe que si lo escucha Doña Cata, le va a reclamar los tres meses de renta que le adeuda.
El vago entra a su pieza y se tira sobre la cama sin hacer. Sobre el techo, las manchas de humedad van creciendo. Doña Cata le dijo que si las limpiara, se lo descontaría de lo que le debe, pero el vago prefiere acostarse sobre su lecho boca arriba y mirar como se esparcen y transforman las figuras sobre el cielo raso.
El vago tiene un vago recuerdo de su familia, a la que no llama desde hace tiempo.
Se vino para la ciudad porque allá, en el pueblo, no había nada por hacer y siempre le dio vergüenza de que lo llamaran vago. Y el vago tiene unas ganas enormes, terribles de llorar, pero no lo hace, de puro vago nomás.

Leído en la apertura del programa 247

lunes, 12 de octubre de 2015

Volver

El exilio es partir sin saber adónde
Y también volver sin saber a qué.
Exiliado entre caras  conocidas,
Lugares ya recorridos,
Certezas insospechadamente frágiles,
Promesas sin definir,
Los cielos se  nublan y llueve
Con unas gotas pesadas,
Parecidas a todas, en todas partes.
Pero algunos  días
Y en algunos lugares
Calan hasta los  huesos
Y duelen.

Leído en la apertura del programa 249

sábado, 3 de octubre de 2015

Cuando sueño con ella

A veces me enoja despertar,
sobre todo cuando sueño con ella.
Está allí, hablamos y hasta nos amamos
en ocasiones,
pero despierto y ¡paf! 
se fue, no está más.
Luego recuerdo
que en mi despertar la realidad no existe,
sólo los sueños. 
Y se me pasa.
Por un rato al menos,
hasta el próximo despertar.

Leído en la apertura del programa 246

sábado, 26 de septiembre de 2015

Barcos en tierra

La calma estalla
mientras las luces oscurecen todo.
Inunda la sequía
el vasto plano de una mota que se adhiere al agua.
Mientras tanto, 
la marcha de nadie se vacía de penas en alma,
y los barcos anclan
en los campos del interior de las ciudades.
Nadie de por aquí
está presente en su imponente ausencia.
Todos investigan
mientras simulan estar distraídos con otras atenciones. 
Y la vida sigue,
deteniéndose a cada paso de un camino que no es.

Leído en las aperturas de los programas 245 y 352

viernes, 25 de septiembre de 2015

Que me queda

Saltando de cornisa en cornisa
a través del denso aire
húmedo y neblinoso,
sigo el juego del silente 
enamorado
que se sabe liado
por el frágil hilo 
que une viento y roca,
sueño y despertar,
dunas y pinares,
elementos de a pares,
soledades de a miles,
y el silencio del viento.
¿Se sabe vital el agua,
dorado el oro, 
necesaria la sal,
fresca la brisa que corre en verano?
¿Se conoce a sí misma 
la tragedia que transcurre
en el escenario?
¿Se traslada por su cuenta
el río que se desangra en el mar?
Y yo, mientras sé que me sé,
como un amasijo de pretensiones 
que duermen en el banco 
más raído de la plaza,
hago como que me pregunto
para olvidar que ya sé la respuesta. 
Seguramente el denso aire
no será capaz de sostenerme ni saber.
Esa es la pequeña alegría
que me queda.

Leído en la apertura del programa 256

viernes, 18 de septiembre de 2015

Jamás un monstruo hablará de otro monstruo.

En la variante cortazariana de la mitológica ave Roc, el odio filial pone a un monstruo a hablar de otro monstruo. Pero confieso que, luego de haberlo meditado largamente, creo que no deberíamos ser tan desconsiderados como para suponer que todos los monstruos cometen semejante acto de traición.

Es más: yo apoyaría fervientemente la idea de que jamás un monstruo habla de otro monstruo porque es seguro que desde pequeños aprenden a no hacerlo, y van confirmando tal tradición de leyenda en leyenda y de turba en turba, a medida que las van sufriendo.

Sería lógico, luego de tantas epopeyas y de tanto combate con igual cantidad de héroes, de tantos viajes a lo inhóspito y desconocido, y de tanto nacimiento extraordinario por lo épico y entreverado, que fuera así.

¿Cómo irían a quebrar ese monstruoso acuerdo cuando un Dante, por poner sólo un ejemplo, convirtió a algunos en guardianes del infierno? ¿Quién no se llamaría a silencio ante semejante destino? Echar raíces en el imaginario culposo de la humanidad como entidades agazapadas y listas a pegarle a cualquiera un buen susto en algún bosque, río, fuente, mar o isla, es una tan ardua como inmerecida tarea.

Pero claro, antes y después de Ctesias, Plinio y Herodoto siempre habrá panonios, pigmeos o cinocéfalos encontrándose para un trago en humana fantasía con Endriago, el Patagón o el Cerviferno.

Y tal vez Gilgamesh y las sirenas y los centauros y las arpías y el basilisco, y hasta un ogro y un licántropo seguirán haciendo de las suyas entre libros ajados, cátedras eruditas y floridas ignorancias. Pero podríamos asegurar con bastante certeza que jamás un monstruo hablará de otro monstruo.

Leído en la apertura del programa 268.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Únicamente la pelusa

Guerra contra la corrupción.
Guerra contra las adicciones.
Guerra contra inflación.
Guerra contra la deserción escolar.
Guerra, guerra, guerra.
Como que nos gusta esa palabra.
Guerra.

Y los medios, tomando parte en esa guerra, en su repugnante mezcla de celulosa y bits nos convencen de que los pobres roban porque son pobres, los ricos roban porque son ricos, los políticos roban porque son políticos.

El tipo de a pie va entonces y se revuelca en el mismo barro, y roba discretamente un clip de la oficina mientras elude multas de tránsito al ritmo de su también discreta corrupción de cada día, en un resignado y curioso modo de tomar las armas porque finalmente también cree que la única opción es la guerra.

Pero lo cierto parece ser que la única guerra real es la que libramos contra nuestra propia estupidez. No habría otras, probablemente, de no haberles permitido convencernos de que somos tan inteligentes como para mirar únicamente la pelusa de nuestro propio ombligo.

Leído en las aperturas de los programas 243 y 365.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Deseantes

Migrar es inherente a la especie humana. Por aquello del instinto de conservación de la especie, etcétera.
Se compara el entorno con uno diferente y, como suele suceder, aquel otro es mejor, más brillante, de mejor suerte.
Lo cierto es que tal vez sea la única y dura ocasión en que el hombre se da cuenta de que se salva en masa y no individualmente.
Entonces emigra buscando un futuro mejor para encontrarse solamente con un pasado que no es peor pero es algo.
La triste noticia no es que alguien muere inmigrando sino deseando.
Podríamos mirar alrededor, entonces. 
No hace falta ir muy lejos para ayudar a los deseantes en la difícil tarea de migrar.

Leído en la apertura del programa 242

domingo, 23 de agosto de 2015

Celda oscura

-Viste como es eso de estar solo -dijo, y sin esperar mi respuesta agregó- no, vos que sabés... 

Hizo un silencio como para tomar aire.

-Mejor me callo, mirá. ¿Cómo vas a saber? ¿Cómo vas a entender? ¿Quizás alguna vez sentiste en el pecho la ausencia de quien ya no volverás a ver? ¿Nunca te latió el corazón de tal modo que parecía escapar del pecho cuando entendiste que nadie está a tu lado si no es por...? 

Entendí la interrupción como un modo de evitar soltar alguna lágrima, pero no fue así porque continuó:

-Y no me pongo a dar ejemplos porque sos joven, y terminarás sospechando que estás oyendo a un viejo loco y querrás escapar de mi como de la peste. Pero dejame decirte, volviendo a mi idea de soledad, que no hablo yo de suponer o sospechar sino de la seguridad de saberlo, como si un rayo de realidad te partiera al medio o se abriera una puerta en una celda oscura dejando entrar un haz de luz cegadora, así.

-Bueno, pero la verdad es que... -atiné a balbucear en un intento de cambiar no sólo el clima de la conversación sino ya mi propio ánimo con alguna verdad de Perogrullo con tintes algo más optimistas, pero no pude. Me ignoró y siguió su monólogo:

-No espero que me entiendas. Insisto con tu juventud: todavía pensás que la vida es bella y el amor es el remedio a todos los males de este mundo, por eso no te culpo. La vida es así y la juventud es así. Pero no trates de convencerme, haceme el favor. La vida ya lo intentó antes, a su modo. Por eso no hay nadie más resignado que yo a lo que queda: la soledad. Y los recuerdos. La memoria de aquellos tiempos en los que yo como vos, creía que la compañía me libraba de la soledad. 

Noté entonces en su rostro y en sus piernas temblorosas que ya no le quedaban fuerzas para sostenerse. Me resigné entonces a mi destino, lamentando no haber tenido mi oportunidad.

Qué triste ironía: él no caería solo.

sábado, 22 de agosto de 2015

Distracción

Sangre por fuera y piel por dentro.
Y el sentido de las cosas
que no encuentran sentido.
Llueve desde la tierra hacia las nubes,
y los árboles crecen hacia abajo.
Las agujas del reloj corren hacia atrás
ya no marcando horas sino desatinos.
Y la irreductible manía de ser
que tienen las penas que ya fueron.
¡Qué convicción, para tanto artificio!
Cauce que sube y un mar tan dulce.
Y el pulso que en verdad se resiste
muy a pesar de mi desvarío.
Se vuelven rojas las luces de neón
y se me olvidan sus verdes.
Mis pies caminan sin su habitual sed
ya olvidados de pisar en firme.
Y la inconfesable verdad de ya no ver
las dichas que no son del cielo.

Leído en la apertura del programa 244.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Antorcha

Solo sabe que fue traza
y río y sed y pedernal,
ardiendo de sol y cal
mientras el tiempo le cae
por la espalda.
Un atajo la cela
rodeada como está
por tiento y estrellas.
Antorcha de piel
con sebo de nostalgias,
no se apaga con la lluvia
porque gusta de ahogarse
en mi pecho.

Leído en la apertura del programa 240.

sábado, 15 de agosto de 2015

Extraordinariamente único

Qué extraña es la mirada del mediocre.
Ve hacia atrás y hacia los costados, pero nunca hacia adelante. 
Por eso podrá mirar la estela e imitarla burdamente
pero nunca verá al navío que la produce.
Vaya ironía esa, la de no tener un norte
perdiendo de aprender y convertirse
de una vez y para siempre,
en alguien extraordinariamente único.

Leído en la apertura del programa 239


jueves, 23 de julio de 2015

Una cuestión muy seria

"...que me ames con violenta prescindencia
del mañana..."
(Julio Cortazar)

Cuando hago el amor no pienso en el mañana
y tampoco en el ayer.
Es decir, cuando estoy con ella.
Junto a ella.
Y aun sobre ella.
No pienso en el mañana y tampoco en el ayer.
Cuando jugamos a las escondidas sólo
por el placer en encontrarnos,
cuando leemos juntos
(tenemos nuestros escritores favoritos),
cuando miramos las mismas aburridas pelis
sólo como excusa,
y también cuando vamos a la cama.
No pienso en el mañana y tampoco en el ayer.
Cuando hago el amor.
Me pongo muy serio
y sólo pienso en el presente.
Alguien dirá que parece bastante aburrido.
Pero es nuestro presente de hacer el amor.
Y como un juego de niños,
hacerlo es una cuestión muy seria.

Leído en la apertura del programa 248.

lunes, 20 de julio de 2015

Moraleja paradoja

Lo que se ve en el fondo del pozo
no son las estrellas sino su reflejo.
Lucen iguales, como igual es el reflejo 
de quien se mira en el espejo,
pero el reflejo no es quién se mira; 
es su reflejo. 
Las estrellas en el fondo del pozo no brillan. 
El reflejo en el espejo no se duele.
No sonríe,
No llora, 
No se alegra.
Es sólo un reflejo. 
Si hay una moraleja en estas líneas sería entonces, 
(aunque temo que a esta altura peque de obvia):
Tal vez debiera dejar de mirar lo que aparentan
y mirar hacia arriba y dentro de las mismas cosas.

Leído en la apertura del programa 236.

Ojos

A los ojos de Dios, quién todo lo ve, todos los hombres son iguales.
Y todos los hombres son iguales para la Justicia, con sus ojos vendados.
Será que el mundo está lleno de miopes e imbéciles.

Leído en la apertura del programa 238.

domingo, 19 de julio de 2015

Circunstancial

Escribo un poema llenando
el blanco de la hoja con preguntas.
Una pregunta tras otra
y otra y una más,
cuando me topo con don Julio
y su poema prosaico.
Se me ocurre entonces que es posible
que la tarea del poeta
no sea la de interrogar,
y es probable, me digo,
que en el fragor de la poesía
el poeta sólo deba afirmar.
Caigo en la cuenta de que la lectura
nunca es circunstancial,
si las preguntas quedan entonces
para el lector.

Leído en la apertura del programa 237

Incierto

El vientre deja de parir.
Los juegos de los niños permutan
algarabía por denso silencio.
Las lluvias, sucias y eternas,
ya no hay modo, no cesan.
Reflejos de vitrinas
y brillos de marquesinas
cobrándose el costo acumulado
en las llagas de la Tierra.

Leído en la apertura del programa 241.

sábado, 11 de julio de 2015

Distancias

Miro al cielo, a las perlas y diamantes,
a las luces viajeras de distancias que no entiendo.
Miro perlas y diamantes cuando miro al cielo.
Miro lo oscuro, lo bellamente incierto de tan bello.
Bella oscuridad incierta que anuncia cielo,
uno sin fin que tiene principio, y principios quiero.
Los fines, por lejanos, también son inciertos.
Perlas y diamantes penden de sus propios sueños,
como los fines que miro, las distancias que siento.
Yo aquí, ellas allá, ellas saben, yo siento.
Yo siento y ellas piensan mientras sueñan pendiendo
de un hilo fino, el de sus graves deseos.

Leído en las aperturas de los programas 234 y 306.

sábado, 4 de julio de 2015

Y nosotros el recorrido

Un pasillo, una escalera, y un tramo a recorrer
hasta llegar a la puerta, allí arriba.
Discutimos en la entrada.
Vos veías unos pocos pasos
y yo una torre importante.
Llegamos a un acuerdo:
haríamos el recorrido de todos modos.
Por necesario y por cierto.
Más o menos a mitad del camino lo comprendimos:
también por inevitable.
Atravesar el umbral nos obligó al trayecto.
Si por azar o destino la escalera
se bifurca, poco importa.
La puerta seguirá allí.
Y nosotros el recorrido.
Como la vida misma.

Leído en la apertura del programa 233.

sábado, 27 de junio de 2015

Una flor en pleno invierno

Una flor en pleno invierno
nació y floreció más allá de cualquier predicción
y de toda expectativa.
Porque...
Nada duerme en este mundo
sólo espera su momento.
Una flor en pleno invierno,
mis ansias o la desesperación
por verla crecer, no cuentan.
Todo tiene su tiempo y sólo espera, empero,
su momento.

Leído en las aperturas de los programas 232 y 471.

sábado, 20 de junio de 2015

Universo

La luz de aquella estrella viene viajando desde miles de años de distancia.

Me recuerda al brillo de tus ojos en mi universo.

Leído en la apertura del programa 231.

sábado, 6 de junio de 2015

De una vez por todas, humanos

Que tu mano se levante para el saludo cordial. Y que se extienda para estrecharla con el otro. O para sembrar.

Que tu voz se alce para el clamor conjunto por una vida mejor, contra las injusticias.

Que la violencia sea sólo una palabra en el diccionario. Y en desuso.

Sin versus. Sin hombres contra hombres, hombres contra mujeres, mujeres contra mujeres, mujeres contra hombres, niños contra niños, niñas contra niñas, todos contra los animales.

Seamos de una vez por todas, humanos.

Leído en las aperturas de los programas 229 y 313.

sábado, 30 de mayo de 2015

Desayuno

Puse la manteca y la miel sobre la mesa, y preparé las tostadas, cuidando de cortar el pan como a vos te gusta.

Hice dos, pero hoy fueron demasiadas.

sábado, 16 de mayo de 2015

Antídoto

Me enfadan aquellos que escriben con la mano acerca de las vergüenzas ajenas y borran con el codo las vergüenzas propias.

Me enoja la deslealtad. En el deporte y en cada aspecto, situación y etapa de la vida.

Pero también me ofenden aquellos que sacan chapa para defender lo indefendible: los políticos que explican lo inevitable de la pobreza, los científicos que aluden a otras causas de muerte según quién firma sus cheques, los especialistas que explican lo especial de ellos mismos. Y el veneno de la soberbia en el sistema circulatorio social.

Creo en el antídoto: trabajo, cooperación, colaboración, ganas, creatividad, esperanza y sueños. Hacer sin quejarse y reclamar sin humillarse. Y sobre todo hacerlo con mucho, mucho amor.

El futuro, agradecido.

Leído en la apertura del programa 226.

jueves, 14 de mayo de 2015

Raudo corre el viento

¿Qué pena me traerá el viento,
que raudo corre de tan lejos?

Viento que gime viento.
Viento que llega viendo.
Viento que corre presto
rezando por llegar a tiempo.

¿Qué pena me traerá el viento,
que raudo corre de tan lejos?

¿Por qué se apresura tanto?
¿Se apresura leve de peso?
¿O será que trae otros vientos?
Suma de viejos vientos viejos.

¿Qué pena me traerá el viento,
que raudo corre de tan lejos?

Leído en la apertura del programa 228

miércoles, 29 de abril de 2015

Vigilia a la espera del sol

Una, dos, tres veces.
Intento, juego, prometo.
Una, dos, otra vez.
Maneras, obsesiones
y una dulce caricia tibia
que recorre algún que otro recuerdo.

Cuatro, cinco, seis.
Sigo y sigo, vuelvo a empezar.
Cuatro, cinco, uno más.
Velos que caen suavemente
dejando nada al descubierto.
Vigilia a la espera del sol.

Siete, ocho, nueve,
vamos, miremos dentro.
Siete, ocho y otro,
alguien guardó allí el tesoro.
No habrá oro ni diamantes,
pero bastará para usted y para mí.

Diez, once, doce.
Una cuenta, otra más.
Diez, once y en un tris, todo
que antes de ser ya era de cierto modo.
Relato de sordos contado en susurros
para un grupo solitario que no tiene voz.

Leído en la apertura del programa 230

domingo, 26 de abril de 2015

De cabeza

Debería poner de cabeza mi reloj de arena y comenzar de nuevo. Tantas mentiras ajadas y deslucidas compitiendo por la silla del juez contra verdades ilustres y desconocidas, terminaron por fatigar hasta las arenas del tiempo. Es cierto que cayeron sin pausa, tal su naturaleza, logrando completar un tiempo tan inexacto como inexorable y lapidario.

Debería poner de cabeza mi reloj de arena, sí.

¿Quién diría que un fino sedimento de prestigio mal habido, uno que se entrega a una inexorable caída sin mayor esfuerzo, me pondría en tal aprieto? Pero no es esa una tarea del reloj o la arena, ni del vidrio que lo contiene o su estructura de madera. Parece ser una labor que me corresponde, la de ponerlo de cabeza y permitir que el tiempo siga su curso. Porque estar detenido no es lo suyo.

Leído en la apertura del programa 225.

sábado, 18 de abril de 2015

Switch olvidatorio

Hagamos como sí.
Como si no hubiera nada más importante que uno mismo.
Como si el cuerpo y el alma nunca pudieran separarse.
Hagamos como si un gran amor alguna vez fuera a repetirse.
Hagamos como qué.
Como que la vida no le pasa a uno una sola vez sino muchas.
Como que tenemos un switch olvidatorio y no habrá luego arrepentimiento.
Hagamos como que cualquier dolor es pasajero y también liviano.
Dale, entreguémonos a una dulce ignorancia.
Y dejémonos llevar.

Leído en las aperturas de los programas 222 y 474.

sábado, 11 de abril de 2015

Indecencia en la polis

Se dice que la política es una especie de virtud que resuelve los problemas propios de la convivencia colectiva, en la búsqueda del bien común.

Pero claro, tanta utopía debía ser contenida y aun contradicha de algún modo, no sea cosa.

Por eso también existen los políticos.

Pero déjeme decirle que usted y yo y nuestro vecino, todos somos políticos, etimología mediante, porque somos ciudadanos de la polis, nuestro espacio a compartir con otros. Más que de un lugar, se trata de pertenencia.

Cuándo, en qué momento nos condenamos al ostracismo -a nosotros mismos, sí-, es difícil saberlo. De aquel animal político del que habló Aristóteles sólo nos queda la aparente libertad de entregarle las cuestiones de la polis a un animal que las destrozará y devorará convenientemente y a su antojo, de acuerdo a sus necesidades y las de su cría.

Del resto se espera entrega y poco más: sumisión, desidia, conveniencia, egoísmo. Indecencia en la polis.

Tal vez la respuesta esté en intentar, al menos eso, ser más ciudadanos y menos políticos.

Leído en la apertura del programa 221.

sábado, 14 de marzo de 2015

Dueños

Puede que el tiempo y el espacio sean infinitos, pero no para mi un simple mortal. Por cargar tanto pasado casi no me queda espacio para el futuro, y paso mis días buscando huecos para colocar el presente. En eso se me va la vida.

Si me piden tiempo no doy, porque no es mío. Y si por alguna razón debiera darlo, seguramente será prestado. Antes, una advertencia: el tiempo vuela en un vuelo continuo, desaparece y se hace imposible de hallar tal como era.

Vendrán entonces quienes dirán que lo lamentan, que no sabían, que cuánto darían por haber estado, que ya es demasiado tarde, etcétera.

Exactamente como cuando el amor lamenta el tiempo negado una vez que ha partido.

¿El tiempo es cruel, o lo somos nosotros que nos creemos sus dueños?

Leído en las aperturas de los programas 219 y 567.

viernes, 13 de marzo de 2015

Porque sueña

Una flor,
un temor remanente
y el candor,
la silenciosa marcha
de los rectos.
Un rencor
de vívidos reflejos
y la razón
en desigual lucha
y sin peso.
Sedición
en una larga noche,
siendo
una remanida urgencia
por aromas secos.
Y volver,
dejando la senda abierta,
la ilusión
de una roca muy ligera
porque sueña.

Leído en la apertura del programa 217.

jueves, 12 de marzo de 2015

La sombra de Hiroshima

Tan fugaz reflejo del odio y a la vez una fuente, el origen de un todo convertido en nada.

Aquella luz me dolió de lleno y me dejó sin habla y sin aliento, y sin sangre y sin nervio. Sólo soy una sombra en la única pared en pié.

Cómo caminar entre los escombros siendo sólo una sombra, es la incertidumbre que corroe junto con la lluvia negra esta triste mezcla de átomos de carbo y pintura raída en que me convertí. Y noto que no, no puedo.

Y cuándo te detienes delante mío me miras, sientes el horror y hasta deseas llorar y lamentar mi suerte y maldecir al autor de tal barbarie. Pero luego tus propias sombras te recuerdan la necesidad de olvidar y lo haces, porque sabes que siempre habrá algún sufriente cerca y no es necesario detenerse en mi.

Es claro, la vida sigue su curso.

De todos modos no me importa. Ya no puedo sufrir, y sólo me queda esperar a que el tiempo lave esta sucia pared descascarada que me detenta.

viernes, 6 de marzo de 2015

Una lágrima envuelta en papel celofán

Una lágrima envuelta en papel celofán
a resguardo de dolientes ajenos.
Sin un lazo y sin misiva,
a nadie pertenece, es sólo mía.
Y hay suspiros en su envase original,
dos miradas devueltas sin reclamo,
decenas de dimes, diretes y callares,
y miles, millones de cielos color vos.
Bolsillos dispuestos a llenarse de todo,
cuerdas suaves a prueba de nudos,
y espejos demudados que se arrebatan
para cuando se termine la espera.

Leído en las aperturas de los programas 216 y 320.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Acerca de las brechas

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Dice el filósofo Hervé Fischer que la brecha digital va a seguir porque es resultado de la brecha económica y política, que es mucho mas larga y profunda. Y eso es algo que lo digital no va a resolver. Me pregunto entonces, si los verdaderos creadores de la brecha digital no somos nosotros mismos, por culpa de nuestros hábitos de consumo irreflexivos.

Salimos disparados, por ejemplo, a gastar el dinero que nunca fue ni será nuestro -hablo de la tarjeta de crédito, claro-, para tener un celular que no entendemos, y al que un par de semanas después estaremos insultando porque no hace lo que se suponía. Y de este modo vamos destilando existencia, inconsistencias y convicciones varias heredadas de una pantalla, con tal de tener.

He allí un cambio cultural enorme: en lugar de mirarnos al espejo nos miramos en una pantalla. El espejo nos devuelve lo que somos -paso del tiempo incluido-, pero la pantalla nos devuelve la imagen de aquel que alguien, otro, necesita que creamos que somos: básicamente consumidores. Y ávidos. 

Se puede observar que un consumidor compulsivo sólo estará satisfecho con su nuevo chiche hasta el instante siguiente en que note que alguien en su entorno tiene lo mismo que él pero más grande, más moderno, más lujoso, más algo. Y allí va, con su desgraciada falta, a conquistar el mundo. No vaya a ser cosa.

¿Puede usted, lector, decirme en una sola palabra, cuál es la diferencia entre necesidad y deseo?

Le doy tiempo.

Por si no lo descubrió, la palabra que explica la diferencia entre necesidad y deseo es publicidad.

Tenemos la necesidad de calzado. La publicidad nos convence de desear determinada marca, asociada generalmente a cifras siderales. ¿Queremos un televisor para entretenernos? La pantalla nos convencerá de desear uno que nunca aprenderemos a manejar. Porque si no lo notó, son cada vez más complicados. Y así en más. ¿Sabía usted que las publicidades de automóviles suelen venir acompañadas de bellas señoritas, básicamente porque los publicitarios saben que el sexo y los autos transitan por los mismos carriles de la psiquis?

Pero me detengo acá. No quiero elaborar aquí una crítica de la publicidad, porque nosotros, los ciudadanos de a pie, somos el problema.

Jaime Semprun, el ensayista francés, lanza un desafío. El díce: "Cuando el ciudadano-ecologista pretende plantear la cuestión más molesta preguntando: ‘¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos?’, evita plantear esta otra pregunta, realmente inquietante: ‘¿A que hijos vamos a dejar el mundo?’"

Por eso suelo preguntarme si le he enseñado bien a mis hijos, si saben que son lo que ven en el espejo y no en una pantalla. Y a mis alumnos, si les he enseñado que lo importante es la cultura, el bien pensar, el uso inteligente de las cosas, el deseo -aquí sí, bien usado- de saber, de conocer, de aprender.

La humanidad ha aprovechado, diseñado, utilizado, mejorado, desarrollado productos tecnológicos desde que aprendió a tomar un trozo de árbol, por caso, para convertirlo en una herramienta. Después de tantos siglos, tanto crecimiento -y tantos desmadres-, no hemos aprendido aun que somos lo que hacemos de nosotros mismos y no los productos que la sociedad de consumo nos obliga a tener. Vaya forma de confundir las cosas.

Continuemos expiando culpas a través de las empresas, del mercado, de las corporaciones y varios etcéteras más. Pero hasta tanto sigamos disociando nuestras necesidades de nuestros deseos en pos de tener, los verdaderos responsables de cualquier brecha seguiremos siendo nosotros mismos.

sábado, 21 de febrero de 2015

Veredas

Gente inteligente, creativa y honesta, que conozco, respeto y aprecio, está en la exacta vereda de enfrente de otra tanta gente igualmente inteligente, creativa y honesta, que conozco, respeto y aprecio.

¿No será que el problema, en realidad, somos nosotros mismos y nuestras propias veredas?

Leído en la apertura del programa 215.

domingo, 1 de febrero de 2015

Molinos de aire

(Escrito y leído por Silvina Vital.
¡Gracias, Sil!)

Sin decir una palabra me puse otra vez de pie; el horizonte se veía ya barrido de nubes y de todo misterio así que no había excusa para no acercarme a él. Mi silueta en movimiento iba cayendo al suelo pesadamente con los pasos y se oscurecían fugazmente los pastos. Mi lanza apenas hacía sombra. Pensaba en el viento venido de los molinos y me temblaban las ropas. El horizonte cobarde se alejaba con mi marcha pero los molinos valientes –los molinos valientes redoblaban la apuesta y soplaban con más fuerza. Atrás quedaba mi caballo, mi armadura y mis aliados; caminaba yo como un Quijote confundido ahora pero dispuesto a darle batalla al viento. Con las ropas en retirada y los cabellos tirantes hacia atrás me paré más o menos de cara al primer molino, con mi lanza erguida a mi derecha. Cerré los ojos y  me aferré a mi lanza. La hondonada de aire fresco entrando en mis pulmones hizo el resto.

Leído en la apertura del programa 210.

viernes, 30 de enero de 2015

Ojalá la pena

Ojalá la pena,
esa penosa rueda
que va de aquí allá,
me dejara afuera
de su penosa cuenta.
Pena que rueda eterna
sobre la misma pena.

Pena que rueda y rueda
sobre su eje pena,
pena de amor que duele,
duele eterna y se niega
a dejarme solo apenas.
Pena que rueda eterna
sobre la misma pena.

Pena que mi alegría llena,
la de tus ojos brillo
que de brillo juegan,
porque el no verte puebla
de pena dolor mi pena.
Pena que rueda eterna
sobre la misma pena.

Leído en la apertura del programa 213.

Reposo

Mi mano en tu mano,
mi cuerpo en tu cuerpo,
mi alma en tu alma,
mi aliento en tu aliento,
mis ojos en tus ojos,
mi calma en tu calma,
mi  sueño en tu sueño,
un delicado reposo, al fin.

Leído en la apertura del programa 211

sábado, 17 de enero de 2015

Pasillos

La función principal de un pasillo, se sabe, es la circulación. Lo que suceda allí siempre será historia. Una transitoria, ligera, efímera. Breve. Casi la nada misma.

Dos lugares que se precien de tales, por caso cuarto y recepción, o puerta de ingreso y asiento 23 ventanilla delante del ala, aprovecharán esa fugacidad con fines únicamente utilitarios: yo aquí, tu allá y el pasillo largo que nos une. Sólo eso.

Afortunadamente, existen excepciones. Como aquella vez en que salí del camarote para encender un cigarro y me distraje caminando por el pasillo alfombrado. Luego de observar los delicados arabescos durante un buen rato intenté recordar el número de mi cuarto, pero no pude. Eran tantas las puertas que me perdí.

Cuando finalmente lo encontré, conocía para entonces tantas historias como puertas había abierto en la búsqueda de mi destino. Confundí caras, reconocí enemigos, desperté amores y amantes, y coseché odios. Todo mientras buscaba mi puerta.

Debo confesarte que me asiste una cierta fascinación por los pasillos, tal vez por mi condición natural de errante, ya no de cualquier camino sino de estos rectos senderos ignorados.

Los hay oscuros y también luminosos. Y los hay largos y espaciosos o tan estrechos como para permitir el paso de una persona a la vez. También están los terroríficos como los del Hotel Overlook y los inquietantes, como los de un laberinto.

En fin. Quisiera volver al relato de aquella oportunidad en que me perdí a causa de la alfombra. Una de las puertas que abrí -juro que era idéntica a la mía, luego comprendí que era igual a todas- daba a un camarote a oscuras. Creí reconocer tu respiración y me tendí a tu lado. Luego hicimos el amor.

Cuando se abrió la puerta, tus gritos y la luz que alcanzaba a entrar alumbraron mi error. Cúlpese a los pasillos y a esta extraordinaria e irresistible fascinación que ejercen en mí.

Leído en la apertura del programa 214.

Loop

-No tengo ganas.
-¿Hoy no tiene ganas?
-No, y le adelanto que mañana tampoco tengo ganas. Y ayer, tengo menos todavía. No tengo ganas. Y punto.
-¿Y para cuándo estima que le volverán las ganas?
-No, yo ya no estimo. Dejé de estimar hace bastante tiempo, porque me faltan las ganas.
-Deberíamos entonces asegurar de alguna manera, que cuando le vuelvan las ganas podamos estar allí para certificarlo. ¿Por qué no me llena este formulario llamado "A cuenta de futuras ganas", así vamos disponiendo de ellas hasta que vuelvan por completo?
-¿Un formulario? ¿Para qué? Llenar líneas y más líneas con datos vanos nunca me convenció. Es más: ni ganas que me da.
-Entonces tendrá que acompañarme.
-No tengo ganas.
-¿Hoy no tiene ganas?
-No, y le adelanto que mañana tampoco tengo ganas. Y ayer, menos todavía. No tengo ganas. Y punto.
-¿Y para cuándo estima que le volverán las ganas?
-No, yo ya no estimo. Dejé de estimar hace bastante tiempo, porque me faltan las ganas.
-Deberíamos entonces asegurar de alguna manera, que cuando le vuelvan las ganas podamos estar allí para certificarlo. ¿Por qué no me llena este formulario "A cuenta de futuras ganas", así vamos disponiendo de ella hasta que vuelva por completo?
-¿Un formulario? ¿Para qué? Llenar líneas y más líneas con datos vanos no me convence. Es más: ni ganas que me da.
-Entonces tendrá que acompañarme.
-No tengo ganas, ¿no ve?

lunes, 12 de enero de 2015

Sombras y algodón

Amanece
entre sombras y algodón,
tu cuerpo.
Horizonte
exacto de sábanas y un cielo
sereno.
Dudo
¿el placer de mis ojos o
mis manos?
Revivo
los suspiros que anticipa mi fuente,
tu piel.
Reflejos
de tus valles y un río corriendo
hacia mí.
Memorizo
tus líneas y mis sentidos, todos,
te anhelan.

Leído en la apertura del programa 209