jueves, 17 de abril de 2014

El cofre

Me detengo un momento para abrir la ligera tapa del cofre y mirar en su interior. A pesar de mis obsesiones, los objetos no están muy ordenados y se nota a simple vista que fueron ocupando lugares a medida que aparecieron o sucedieron, sin mayor estrategia o cálculo.

Podría enumerarlos casi de memoria, sin mirar: fragmentos de cielo, manojos de estrellas fugaces, una luz bastante tenue, cintas con grabaciones de suspiros, trozos de papel con anotaciones en tinta invisible, una luna con su correspondiente eclipse, la impresión de una mirada sobre mi alma, un manojo de hojas secas de aquel otoño y una maraña de cabellos húmedos recién salidos de la ducha. Entre otras muchas, muchísimas cosas. 

Porque además hay palabras. Montones de palabras. Seguramente hice bien en guardar muchas de ellas, aunque confieso que me tienta quitar y arrojar a la basura algunas que no deberían quedar allí. Pero no, decido dejarlas porque también son mías y necesito conservarlas hasta que pueda mejorarlas o definitivamente callarlas. 

¿Y los silencios? ¿Qué hacer con ellos? Decido dejarlos también. No me gustan, lo confieso, pero no los puedo negar. Fueron.

Vuelvo a mirar adentro del cofre -me distraje por un momento, ensimismado en mis pensamientos-, y me aseguro de que quede espacio para guardar lo mucho que aún resta aparecer, suceder y arreglar.

Lo cierro, sintiéndome muy afortunado. Puedo seguir guardando aquellas cosas hasta que se le deba echar llave a la ligera tapa, vaya uno a saber cuando.

Leído en la apertura del programa 172

Gabo

Desde aquella adolescencia con "Cien años de soledad" y ya de grande con "Relato de un náufrago" -las que más me cautivaron-, no tengo más que gratitud por ese hombre que se metió entre mis lecturas más queridas.

Tal vez como con la partida del Flaco Luis Alberto Spinetta, sentí al enterarme que realmente otra etapa de mi vida y mi aprendizaje se cerraba hoy.

Afortunadamente, queda la obra. Monumental y admirable, y también entrañable y del todo nuestra.

Se nos fue el Gabo.

sábado, 12 de abril de 2014

Precipicio

La Verdad es más pura a la orilla del deseo.

Luce difusa y tan indiferente en los confines, y sin embargo allí a la vera de lo que no se es, se apersona como una tea recién encendida en la boca de la caverna más húmeda y gris.

La acompaña un sonido, mezcla de tonos, ruidos y quejidos que se extienden desde un extremo al otro de la cueva como una pantalla que sólo atina a brillar cuando cede el escozor y la luz desentraña, delatando.

La Mentira traicionera que esperaba agazapada tras el dolor de la Virtud, se fundió entonces al sólo contacto con la luz amarillenta de la llama figurada. Había concluido sin más que era su momento, sin percatarse de que sólo la Verdad es más pura a la orilla del deseo.

Para la Mentira, fue sólo un precipicio.

Leído en la apertura del programa 171

miércoles, 2 de abril de 2014

Tras el manto de nuestras propias neblinas

En 1978, a los 18 casi 19 años, hice la colimba -ese acrónimo de “corre, limpia y barre” con el que los civiles reconocíamos burlonamente el tipo de entrenamiento militar que recibíamos durante ese período- y fue en la Marina, y estuve a punto de ser embarcado para una escaramuza de la dictadura militar -que no llegó al estatus de guerra- bajo el pretexto de una ocupación chilena del Canal de Beagle.

Estábamos todos muy asustados, ya que el único entrenamiento militar para la guerra que habíamos recibido habían sido un par de disparos en un polígono de tiro con un Garand Beretta, que ya para la época era viejo.

Las ordenes para esa escalada militar las daba un asesino megalómano con ambiciones políticas, no muy diferente al que las dio en Malvinas.

Aun habiendo vivido ese temor en carne propia, no puedo siquiera imaginar lo que vivieron esos chicos iguales a mi, con un entrenamiento militar similar al mío, en el frío, humedad, oscuridad y desolación de una trinchera.

A ellos, también víctimas de una guerra de la dictadura, mi respetuoso recuerdo y homenaje, cada 2 de abril.

Leído en la apertura del programa 267.