sábado, 18 de febrero de 2012

Si no fuera porque nos dejó su poesía

¿Qué decir, cuando el autor de la banda de sonido de nuestra vida acaba de dejarnos?

Es difícil.

Pero se trata de quién cantó cuando no pudo hablar y escribió cuando no pudo cantar. Se trata de Luis Alberto Spinetta.

El silencio no es entonces una opción, si es que aprendimos algo.

Tal vez si le hubiéramos creído a John aquello de que el sueño terminó, todo sería más sencillo.

Pero no. Le creímos a Luis cuando nos dijo que tenemos tiempo para saber si lo que soñamos concluye en algo. Y que el mañana es mejor, aun cuando estemos volando por el espacio y nos abrume aquella cosa tan nuestra de la nostalgia por la vieja, el malvón, los amargos y el café.

Se fue Luis, el amante de las palabras. Murió, y ellas también lo lloran. 

Si no fuera porque nos dejó su poesía, que cosa horrible sería el mundo a partir de ahora sin el Flaco, sin las palabras y la música de Luis Alberto Spinetta.

Hoy haremos un homenaje a Luis, pero no proponiendo que le pongan su nombre a una calle o a una plaza, le hagan un monumento que termine siendo horripilante o lo conviertan en un personaje perfecto e impoluto, como algunos tienen por costumbre.

Este homenaje tiene que ver con lo que Luis produjo con su música y su poesía en todos nosotros.

Leído en la apertura del programa 62.