No sé en dónde la perdí, pero lo cierto es que me angustié mucho.
Era una pavada, sencillita, sin otro valor que el hecho de que me la regaló mi viejo antes de morir. Imaginate.
Cómo, efectivamente, desconozco el lugar en donde la perdí, comencé a caminar todo el tiempo mirando al suelo, a ver si la encontraba, porque en aquellos años mozos todavía creía en las casualidades.
No vi a mis hijos crecer, ni cuando perdí mi trabajo, ni cuando me abandonó mi mujer, ocupado como estaba mirando al suelo.
Ahora que estoy aquí en mi lecho sin poder ponerme de pié para buscar el dichoso objeto, empiezo a intuir que hubo mucho valioso cerca mío que no vi por mirar al suelo buscando lo perdido.
Tal vez el destino del tonto sea no poder mirar hacia arriba, ocupado como está intentando recuperar lo que por alguna causa perdió y ya no volverá a encontrar.
Leído en las aperturas de los programas 123 y 441
martes, 26 de marzo de 2013
viernes, 15 de marzo de 2013
Un rato más
Y cuando finalmente llegó a la Luna, comprendió que el combustible de su nave sólo se agotaría si dejaba de soñar.
A pesar de que la hazaña le llevó toda la noche, amerizar sólo le tomó sobresaltarse con el sonido del despertador.
Apenas abrió los ojos, se convenció de que la vida de aquel que levanta vuelo con el sólo impulso de su imaginación suele ser dura, aunque bastante satisfactoria.
Por eso se sacudió el polvo lunar de las medias, y se dio vuelta para seguir durmiendo un rato más.
Leído en las aperturas de los programas 114, 276 y 420
A pesar de que la hazaña le llevó toda la noche, amerizar sólo le tomó sobresaltarse con el sonido del despertador.
Apenas abrió los ojos, se convenció de que la vida de aquel que levanta vuelo con el sólo impulso de su imaginación suele ser dura, aunque bastante satisfactoria.
Por eso se sacudió el polvo lunar de las medias, y se dio vuelta para seguir durmiendo un rato más.
Leído en las aperturas de los programas 114, 276 y 420
miércoles, 13 de marzo de 2013
El silencio
Nada dice más que el silencio cuando no hace falta decir más. O cuando ya no hay más que decir.
No hay música sin silencios: aun en el espacio, los planetas danzan. Si no la oímos, no significa que no haya música allí.
Cuanta verdad hay en el silencio. Y como toda verdad no tiene punto medio: es un amigo consejero, o es un enemigo insoportable.
Como signo de puntuación musical, se usa el silencio para medir la pausa tras una sucesión de sonidos, el descanso. Como signo de identidad de estos tiempos, se usa el silencio justamente para evitarlo.
Leído en las aperturas de los programas 117, 443 y 578
lunes, 11 de marzo de 2013
La línea
Palabra por palabra, recuerdo a recuerdo, una melodía y otra melodía, como un simple y bendito transeúnte de lo que el día me permitió contemplar.
Leído en las aperturas de los programas 113, 307 y 465
viernes, 1 de marzo de 2013
Decires
Decir, le parece sencillo. Sin embargo, sabe que toma un arduo trabajo como de labranza decir aquello que se sabe y no se quiere, o que se quiere y no se sabe, o no se puede.
Un caminante ensimismado marcha bajo su propia carga, sin mirar a los lados. Él en cambio, aligera su mochila y troca carga por palabras, y sigue caminando.
Sabe también que si una palabra se puede sembrar, es de esperar que sea regada y florezca en miles de decires espléndidos, todos igual de fragantes, listos para ser repartidos pero sin podar.
Simplemente, allí están, para ser luego devueltos con una mirada.
Leído en las aperturas de los programas 112 y 445
Un caminante ensimismado marcha bajo su propia carga, sin mirar a los lados. Él en cambio, aligera su mochila y troca carga por palabras, y sigue caminando.
Sabe también que si una palabra se puede sembrar, es de esperar que sea regada y florezca en miles de decires espléndidos, todos igual de fragantes, listos para ser repartidos pero sin podar.
Simplemente, allí están, para ser luego devueltos con una mirada.
Leído en las aperturas de los programas 112 y 445
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