Dicen las crónicas, revisando aquel pasado, que Woodstock marcó un final de época. Ya nada sería como fue en aquella década de los '60 rara, como encendida, llena de warhols y psicodelia y hippismo y flores en los cañones de los fusiles. Y también llena de palos y de dolor.
Los '70 del disco y el punk, los '80 del glam, los lánguidos '90 de Seattle y sus bermudas con botas, y los 2000 también, tampoco pudieron, no pueden igualarlo.
Pero están los jóvenes, como hace 50 años en Woodstock. Y como están hoy, sacudiendo angustias y desazones en este mundo abandonado. Pero no están solos y tristes, sino juntos.
Alguno dirá, no sin razón pero con rencor, que "el sistema" se los terminará fagocitando. Pero confiemos: están, crean, viven, esperan. Como muchos de nosotros todavía hacemos, a 50 años de aquella utopía de paz, música y amor.
Leído en la apertura del programa 415
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