martes, 9 de julio de 2013

En defensa propia

Nada es perfecto, eso es sabido. Un falla por ahí, algo que falta por acá, ese pequeño error de más allá.

Sin embargo, vaya a saber uno por qué contradicción del universo, de suceder por milagro algún momento perfecto -que, dicho sea de paso, son ellos tan efímeros como la perfección misma-, decidimos prontamente que no sirve. Hemos soñado lo perfecto y vamos por ello, qué menos.

Así es la cosa. Lo que se dice perfecto, nada lo es. Así que la frustración, mis amigos, sería algo así como conformarse con nada por querer el todo que, se sabe, viene en tamaño poco.

El resto es poco más que sueños.

Leído en la apertura del programa 131

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