Y digo y pienso y tomo y suelto. Y si muero para renacer y duermo para despertar, lo hago al ritmo de un deseo que mira al horizonte y se detiene a la vera de una pasión propia pero a la vez, ajena.
He decidido, así sin más, hundir en un remanso mis manos ahuecadas para recoger el agua que lava mi alma siempre en vela.
Y sigo siendo. A pesar de esto y de aquello, sigo siendo. Sigo siendo.
Porque no es sencillo decir o pensar o tomar o soltar cuando es uno el que se muere para renacer y es uno mismo quién se duerme para despertar. Pero en eso estamos.
Leído en las aperturas de los programas 127, 452 y 575
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