(Escrito por Diego Lambertucci. ¡Gracias, Diego!)
Caen las cenizas levemente
que volvieron el cielo gris
mientras siento en la garganta y la nariz
olor a humo,
perfume a fuego,
aroma a saqueo,
fragancia a desidia
hedor a vagancia y complicidad política.
Las islas arden,
el río corre,
gira la rueda
de las estaciones
y todo pasa.
Ni bien se pueda
los cascos de fibra
surcarán el lecho
plagado de plaguicidas
y soda caustica
con que curamos
las semillas que comemos
y la pulpa de los árboles talados
para nuestros afiches
y la hoja de papel en la que escribo.
Nuestra presencia
proporcionalmente directa
a la ausencia del resto de los seres
al igual que el arco iris
sobre la superficie del agua.
Motores que mueven y matan,
como el fuego,
como nosotros.
¿Si estamos tan caliente por qué no explotamos?
Porque se nos hace tarde…
Leído en las aperturas de los programas 451 y 544
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