y corre el viento, tan veloz.
Corre el tiempo y con él, mis días,
Corre el niño con su barrilete
Corre el viento, corre el tiempo,
y corre el agua y la arena y el niño también.
Y tan cierto es que cuando yo me dentenga
todo lo que vive seguirá,
Pienso, siento, debo, creo, anhelo, nada me conforma y solo espero. ¿Me permitirá esa mirada avivar mi sueño eterno?
Cuento hasta diez, cien, mil, esperando que se espante frente a mi apatía. Pero no, seguramente alguna absurda esperanza le obliga a seguir intentando ahondar en mi ser, no sea que una pesadilla me aterre y me distraiga.
Así suelen ser las miradas somnolientas que atraviesan brumas.
Leído en la apertura del programa 667
Me respondió, "la felicidad es un concepto multifacético que puede experimentarse de diversas maneras" y coso. Si, ya sabíamos. Mucho de artificial pero de inteligente, poco.
La búsqueda de la felicidad siempre me sonó a reposición de inventario. A objeto por buscar y comprar en el shopping de las subjetividades que solo atiende unos minutos sin informar día y hora. A una cuasi-esperanza pendiendo de una vara frente a nuestros ojos, inalcanzable.
En ocasiones, debo decir con inocultable orgullo, se me dio la fortuna de encontrarla.
Usted, si tuvo la misma suerte, sabe que es breve. Pero también, que es fuerte, que es como una gloriosa emoción, tan profunda que parece imposible de perder, de tan bien guardada que se encuentra.
Si usted no la encontró aún, hablamos de la felicidad le recuerdo, esté atento porque no pasará ofreciéndose, ni se exibirá en un estante.
Seguramente estará en alguna mirada, en algún encuentro o en el descubrimiento de cuánto amor teníamos para dar.
Leído en la apertura del programa 665
Por ejemplo, he comprobado empíricamente siendo un pequeño en edad escolar, lo que años después conocería como la Ley de Gravitación Universal. Fue en ocasión de dedicarme afanosamente a dibujar una mujer desnuda. Noté que tenía algo antinatural la forma circular, rígida, como contenida, que le había dado yo a esos senos. Aquello me impulsó a una observación más aguda y dedicada, a fin de entender en dónde se encontraba mi falla.
Había yo observado hasta entonces las más variadas formas en los modelos que mejor conocía. Tías, primas, madre, todas ellas mostraban la rigidez de mi ilustración primigenia debajo de blusas y batones, de modo tal que las formas se trasladaban, en mi imaginación, al contenido de aquellas fronteras de tela.
Y allí entró a tallar el gran Newton, casi ignoto para mi en ese momento pero fundamental en mi comprensión de la situación: a mis tetas dibujadas les faltaban los efectos de la gravedad. Al sumar curvas y caidas a mi arte, logré entonces un efecto que consideré más natural. Sin haber visto jamás el objeto que me inspiraba, comprendí que ahora mi dibujo respetaba las leyes naturales.
Después dicen que la escuela no sirve para nada.
Llega a la casa y pone la pava para preparar el primer saquito de la caja. Piensa en dejar un poco en la taza para después, cuando se enfríe. Con un algodón se lo pasa por el ojo y le alivia la molestia de ese orzuelo que vuelve cada tanto.
La tele está prendida en algún canal de noticias. Siempre está así, la distrae un poco. Una señora de linda voz dice la noticia: 'científicos descubren que al pasarlos por el agua caliente, los saquitos de té liberan microplásticos'. La locutora explica que son los microplásticos y el daño que hacen a la salud.
La mujer en su cocina revuelve una vez más el té en su taza mientras piensa en su suerte. Le quedó algo de azúcar.
Leído en la apertura del programa 650