Sacrificios en el altar del poder y el dinero.
Ese es el juego de quienes nunca irán a la guerra.
'Para eso están los jóvenes' dicen, sotto voce.
También están las mujeres. Y los niños. Y los ancianos.
Eso sí, como 'daño colateral'.
Ese es el juego de quienes nunca irán a la guerra.
'Para eso están los jóvenes' dicen, sotto voce.
También están las mujeres. Y los niños. Y los ancianos.
Eso sí, como 'daño colateral'.
Extraña cosa, la patria.
Una tela envuelve en brillantes colores
el amor a sí mismo
y el desprecio al otro,
quién se envuelve a su vez en los trapos propios,
para finalmente llevarse una gloria
que no es la suya
porque le pertenece a la muerte.
Una tela envuelve en brillantes colores
el amor a sí mismo
y el desprecio al otro,
quién se envuelve a su vez en los trapos propios,
para finalmente llevarse una gloria
que no es la suya
porque le pertenece a la muerte.
Y el hambre y el dolor y la rabia,
que podrían resolverse con el costo de un misil,
quedarán allí, como tristes testigos,
de que la guerra es un capricho de pocos
para mal de todos.
que podrían resolverse con el costo de un misil,
quedarán allí, como tristes testigos,
de que la guerra es un capricho de pocos
para mal de todos.
Leído en la apertura del programa 524