Pienso, siento, debo, creo, anhelo, nada me conforma y solo espero. ¿Me permitirá esa mirada avivar mi sueño eterno?
Cuento hasta diez, cien, mil, esperando que se espante frente a mi apatía. Pero no, seguramente alguna absurda esperanza le obliga a seguir intentando ahondar en mi ser, no sea que una pesadilla me aterre y me distraiga.
Así suelen ser las miradas somnolientas que atraviesan brumas.
Leído en la apertura del programa 667
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