El fuego, que todo lo purifica.
No deja rastro, salvo su propio despojo,
que siempre será ceniza.
No se somete a la materia,
cualquiera sea su origen,
siempre es ceniza.
Blanco o negro, libre o esclavo,
madera, tela o pasto,
siempre es ceniza al fin.
Podríamos aprender del fuego,
viviendo intensamente y
dejando a nuestro paso,
no importa el combustible o la materia,
la sustancia de lo que fuimos
flotando ligera
entre la hierba y el río.
No deja rastro, salvo su propio despojo,
que siempre será ceniza.
No se somete a la materia,
cualquiera sea su origen,
siempre es ceniza.
Blanco o negro, libre o esclavo,
madera, tela o pasto,
siempre es ceniza al fin.
Podríamos aprender del fuego,
viviendo intensamente y
dejando a nuestro paso,
no importa el combustible o la materia,
la sustancia de lo que fuimos
flotando ligera
entre la hierba y el río.
Leído en la apertura del programa 541