Entre los pliegues de mi piel
Y en los puntos y las comas
de mis relatos.
El tiempo abre mis interrogaciones
Y cierra mis exclamaciones.
Se distrae con mis antojos
Mientras me apunta con un dedo acusador.
Mientras me apunta con un dedo acusador.
Los granos de la arena de mi reloj
Son del tamaño de ladrillos
Que mientras caen, construyen
Y yo ya soy una ciudad amurallada.
He plantado árboles y plantas perfumadas
En su irregular trazado de caprichos.
Pinto paredes, además, del color del cielo,
Para imaginar que sus límites se expanden.
Para imaginar que sus límites se expanden.
Alguien me dice 'tiempo al tiempo',
Pero ya sumo tantos tiempos
Que me empieza a faltar espacio.
Vaya paradoja, tiempo y espacio son infinitos.
Tendré que conformarme con colocar
Bien sujetos sus contentos,
Si es que tales cosas existieran.
El tiempo dirá.
Leído en la apertura del programa 689

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