Una mujer no necesita con Dios hablar para saberse adorada, porque no le hace falta, no necesita serlo.
Podrá orar, pero será por los suyos; sabrá pelear, pero será por lo justo; sabrá responder al amor, pero no gratuitamente. Ganará o perderá, pero siempre luchando.
No necesita adoración, solo saberse acompañada, apoyada, cuidada, respetada, valorada, ponderada.
No necesita adoración, solo su franca y clara mirada, la que le devuelve el espejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar. Tu mensaje quedará en espera de moderación y será publicado en breve, a criterio del autor del blog. Saludos,