-Si hubiera una próxima vez, usaría una red -se dijo-. Durante todo el trayecto debo estar pendiente de cada movimiento del pie, de la fuerza y dirección del viento, de la tensión de la cuerda misma y del estado de los sujetadores en los extremos. Necesito estar atento todo el tiempo, lo sé, pero no lo pude evitar y me distraje pensando en bueyes perdidos.
Miró entonces a su alrededor y se vió reflejado en las ventanas de los edificios circundantes.
-Definitivamente, la cuerda floja no es un lugar seguro -concluyó, ya demasiado cerca del suelo como para no advertir que la cosa dejaba de ser divertida.
Leído en la apertura del programa 199
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