La fragilidad del cristal que me refleja
no sabe de velos ni de vientos.
Me miro en él y solo yo lo veo.
Y aunque mis cenizas me prefieran,
alcanza con abrir la puerta de mis deseos.
Y caigo por un acantilado.
En el fondo, solo rocas y huesos
y nubes y pensamientos.
Me niego, no quiero asomarme,
pero mis pies no resisten
la tentación de mi piel.
Y voy por más.
Rompo los espejos,
seco los lagos,
represo los ríos,
pinto mi ventana.
Solo quiero verme en vos.
Leído en la apertura del programa 308
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