Sueño, como sueña cualquier citadino, con vivir en una isla perdida en medio del mar. Es de esperar, con toda lógica, que en aquella isla soñada no haya caníbales. Sería muy triste convertirse uno mismo en la respuesta perfecta a los placeres de otros. Y no vivir para contarlo.
Leído en las aperturas de los programas 134, 310 y 417
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