Guardianes como círculos del Sol, cientos de lágrimas desplazadas desde los grandes mares del cielo, abriendo caminos circulares, concéntricos, llegando sin apagar al astro seguramente rojo de envidia pero iluminando al fin.
Tanta luz, me temo, se apaga a los ojos del titiritaje que sufre de sombras, fuera de los círculos del Sol.
Leído en las aperturas de los programas 304 y 532
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