La peor, la propia. Que no ceja en su obstinación y sigue siempre sombra, como si ignorase deliberadamente su dependencia de la próxima luz y aún así insistiera.
O quizás esta percepción sea equivocada, y en realidad ella persiste con más fuerza a causa de tal certeza.
Imposible saber cómo piensa la sombra que no acepta ser de otro.
Leído en las aperturas de los programas 207, 298 y 530
Leído en las aperturas de los programas 207, 298 y 530
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