lunes, 4 de noviembre de 2013

El fósforo y la felicidad

Anoche me fui a dormir convencido de que hoy finalmente sería feliz, tanto que lo vengo postergando.

Pero esta mañana, cuando desperté y fui directo a calentar el agua, al encender el fósforo se encendió también mi comprensión del asunto: la reticencia de la felicidad por apersonarse en mi vida se debe seguramente al hecho de haber vivido con el convencimiento de que la felicidad es un don, uno que se recibe como se recibe el aire en el acto mismo de respirar.

He sufrido, por lo tanto, la negligencia de quedarme esperando a que la felicidad llegue.

Me visto elegante, le preparo mesa en casa, pongo flores en el florero para ella, acomodo los cubiertos para los dos y me paro en la puerta a esperarla sin aguardar a toque el timbre. Pero nada. La felicidad no llega.

De allí mi asombro: sucedió esta mañana que junto con el fósforo se encendió mi comprensión del asunto. Ahora veo que debo cambiar de estrategia. 

Es tiempo entonces de dejar de esperar. Y buscar de una buena vez, ser feliz.

Leído en las aperturas de los programas 149 y 529

1 comentario:

  1. Bravo...! Para no tener que decir -demasiado tardíamente,como Borges-, "No me abandona. Siempre está a mi lado. La sombra de haber sido un desdichado"...

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