Como un equilibrista con un lápiz a modo de barra de equilibrio, me subo y recorro de una punta a la otra aquella línea, la que cruza por encima de todas las penas.
Palabra por palabra, recuerdo a recuerdo, una melodía y otra melodía, como un simple y bendito transeúnte de lo que el día me permitió contemplar.
Leído en las aperturas de los programas 113, 307, 465 y 615
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