sábado, 12 de septiembre de 2015

Únicamente la pelusa

Guerra contra la corrupción.
Guerra contra las adicciones.
Guerra contra inflación.
Guerra contra la deserción escolar.
Guerra, guerra, guerra.
Como que nos gusta esa palabra.
Guerra.

Y los medios, tomando parte en esa guerra, en su repugnante mezcla de celulosa y bits nos convencen de que los pobres roban porque son pobres, los ricos roban porque son ricos, los políticos roban porque son políticos.

El tipo de a pie va entonces y se revuelca en el mismo barro, y roba discretamente un clip de la oficina mientras elude multas de tránsito al ritmo de su también discreta corrupción de cada día, en un resignado y curioso modo de tomar las armas porque finalmente también cree que la única opción es la guerra.

Pero lo cierto parece ser que la única guerra real es la que libramos contra nuestra propia estupidez. No habría otras, probablemente, de no haberles permitido convencernos de que somos tan inteligentes como para mirar únicamente la pelusa de nuestro propio ombligo.

Leído en las aperturas de los programas 243 y 365.

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