-Qué extraño, -pensó al sentir esa particular mezcla del frío acero penetrando con fuerza masculina por su espalda con la tibia línea de sangre corriendo hasta su muslo-
dicen que en momentos como este uno ve pasar toda su vida frente a sus ojos. Sin embargo, yo solo puedo verla a ella y pensar en ella.
La idea no pudo menos que dibujarle una sonrisa en el rostro, mientras caía y a pesar del dolor.
-¿De qué te ríes? -vociferó al notarlo, el perpetrador.
-
Eso es algo que también te robé -le dijo, y cerró los ojos.
Leído en la apertura del programa 195
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar. Tu mensaje quedará en espera de moderación y será publicado en breve, a criterio del autor del blog. Saludos,