olvido los espejos que me miran.
Ya no me guía el aire
desde que el horizonte se me escapa,
vaya a saber uno por qué y a donde.
Y el mar y el cielo y el terror
y la duda y el beso y la mirada,
todo se mezcla y nada permanece.
Y el mar y el cielo y el terror
y la duda y el beso y la mirada,
todo se mezcla y nada permanece.
Caen como una lágrima
que termina besando el suelo,
luego de recorrer una pálida mejilla.
Leído en la apertura de los programas 588 y 637
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