
Un poema, aun naciendo de una imagen comienza siempre con una palabra, para luego disparar miles de imágenes destinadas a quién le presta el corazón.
Ahora lo veo: una imagen vale más que mil palabras sólo cuando con una palabra no podemos dibujar mil imágenes. Esa sería, en todo caso, la imagen de la tristeza. O al menos una de ellas.
Leído en las aperturas de los programas 128, 322 y 552
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