La pequeña piedra toma una forma casual, la que al correr le moldea el agua. Simplemente tiene de su lado al tiempo y al tiempo deja hacer su trabajo.
En eso la piedra y yo somos diferentes: aunque conozca la forma de mi deseo y los días pasen y más claro pueda verlo, no tengo al tiempo obrando de mi lado.
Y si ansiara tener todo y aun el paraíso, finalmente tendría solo una utopía, triste consuelo: dejar correr el agua en mis flancos para creer que el tiempo decide lento en su lento paso.
Leído en las aperturas de los programas 188, 437 y 636
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