jueves, 24 de enero de 2019

Lazos que no atan

A quienes partieron

Hay lazos que no son de sangre pero que ni el tiempo ni la distancia ni las ausencias pueden cortar.

Lazos que no atan. Unen. Las cadenas del temor sujetan tanto como las de la angustia y más que las de los celos. Pero estos lazos, no. Liberan. Nos dejan volar sin extensión ni límite.

Sustancia de amor que es fruto de un deseo. Nuestro deseo.

Son, ya lo ves, como hilos invisibles que enlazan preservando cálidas memorias en otros enlazados apenas partimos, llegado el caso y la hora, sea momento o eternidad.

Sin tiempo, sin lugar, pero con fulgor de gracia para cuando la presencia bendice el día o con misión de bálsamo para cuando la ausencia aprieta el alma.

Eso. La ausencia. Extraña cosa la ausencia, cuando se conjuga con el amor. Todo lo que toca lo convierte en lágrima. Entonces un te extraño no basta.

Pero gracias a Dios existe la memoria y su hijo pródigo el recuerdo, que siempre vuelve a casa para nuestra felicidad.

Preparémosle mesa, sí. Hay motivos para celebrar.

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